Pierre Rosanvallon ha señalado que uno de los problemas de la democracia
de sufragio es la cantidad de poder que se entrega a los electos. Algo
similar a la "tiranía de la mitad más uno", que en el siglo XIX criticó
Tocqueville. En estos diez años el Gobierno ha usado esa fuerza para
licuar a las fuerzas opositoras, neutralizar a las organizaciones
profesionales y sociales y someter a la prensa. Más recientemente, se
suma una presión similar sobre los jueces. Este listado remite
nuevamente a Tocqueville, quien encontró en Estados Unidos los
contrapesos posibles para la tiranía democrática de la mitad más uno: la
prensa, los jueces y las asociaciones civiles. Rosanvallon agrega otras
muchas formas con las que desde la sociedad se pueden poner límites al
gobierno democrático. Entre ellas, las manifestaciones en la calle,
sobre todo cuando no dependen de la manipulación de los aparatos
organizativos.
Estamos lejos de tener una generación del 37, que supere la antinomia
entre unitarios y federales. Estamos bastante cerca del pésimo
antecedente de 1955. Como en esas ocasiones, hoy las posiciones
enardecidas aumentan el riesgo de un final catastrófico. No sería el
primer caso en el que una minoría violenta envuelva a una mayoría
pacífica. Este debería ser, quizás, el primer objetivo de quienes
trabajan para dar forma al espíritu del 8 de noviembre: crear una
mayoría activa y constructiva de hombres de buena voluntad, sensatos y
pacíficos.
http://www.analisislatino.com/notas.asp?id=5757
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