domingo, 20 de febrero de 2011

La obsesión de los nombres

Es notable como el debate político prefiere inclinarse por lo doméstico. Es como que el protagonismo de los nombres, de los hombres, ocupara el centro de la escena y las ideas pasaran a aun absoluto segundo plano.

1 comentario:

  1. Brillante análisis Alberto, en toda tu excelente descripción de nuestra raposa mediocridad dirigencial, que ante la falta de ideas y proyectos se limitan a “sacarse el cuero” entre ellos con una hipocresía sin límites.

    Sólo agregaré que las ideas claras y los sistemas que puedan arquitecturarse con ellas para contener la conducta de los hombres no serán nunca suficientes si éste, no se siente convocado desde su subjetividad, a una vida ética.

    No caigamos en la falacia del marxismo, que sostiene que con el cambio de las tan mentadas “condiciones objetivas”, ya tendríamos un hombre nuevo y el paraíso en la tierra. Tanto desconoce la antropología marxista al hombre, que desde esta estupidez emprendió los más brutales y asesinos atropellos contra la sociedad. No caigamos los liberales en la misma torpeza intelectual, lo nuestro es y deberá ser siempre una convocatoria muy realista.

    Desde un sistema que garantice la libertad, siempre habrá la posibilidad para “la mala conducta”, porque está en la esencia del mismo hombre.

    De esto saben mucho nuestros sátrapas fascistas, que medrando con las libertades que otorga la democracia, se alzan con el poder bajo el sólo expediente de engañar al pueblo con su mentira populista.

    ¿Habría... una cuota de ingenuidad en la filosofía liberal?... que desde mis convicciones y visión cristianas del hombre y la sociedad no puedo asumir; entonces digo: libres sí y con ideas claras…pero buenas personas!

    Un abrazo

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