martes, 3 de mayo de 2011

158 Aniversario de la aprobación de la Constitución de 1853

158 Aniversario de la aprobación de la Constitución de 1853

El 1° de mayo, además de ser el Día del Trabajador, es el del 158 aniversario de la aprobación nuestra Constitución Nacional.

El día 29 la CGT organizó un acto masivo que convocó una importante cantidad de gente en la Avenida Nueve de Julio, que independientemente de cuál fue la real convocatoria y la manera en que se haya logrado reunir esa multitud, demuestra que para mucha gente es una fecha digna de conmemoración.

La falta de un recuerdo similar por parte de los que aún creemos en los valores y principios reconocidos por nuestros constituyentes originales, en mi opinión, es una demostración de las causas de nuestra decadencia como nación.

Posiblemente por mi condición de nieto de inmigrantes en un 75% ( mis abuelos y mi abuela paterna escaparon de los progroms de la Rusia zarista y de no haberlo hecho unos cincuenta años después tal vez hubieran terminado sus días en las cámaras de gas nazis) cuando participo de grupos que se forman con el objetivo de defender los valores y principios que supieron ser la base de la Argentina que acogió generosamente a casi todos mis ancestros lo hago además de por una profunda convicción en los beneficios de la libertad también movido por un infinito agradecimiento a los hombres que sentaron las bases de la convivencia de los argentinos y de todos los hombres del mundo que quisieran habitar en este suelo, alguna vez, de libertad.

Mi otro 25% corresponde a mi abuela materna perteneciente a una antigua familia criolla, tal vez no por casualidad, entrerriana.

Fue en la Argentina, en la defensa de cuyos valores aspiro a colaborar donde un pobrísimo inmigrante, mi abuelo paterno, pudo desarrollar toda su energía y creatividad y pasar de aguatero en una trilladora a vapor a colonizador en unas pocas décadas. Habiendo yo trabajado en diversos campos viviendo en Santiago del Estero; el norte de Córdoba y Entre Ríos he palpado los símbolos de nuestra decadencia. Pueblos alguna vez prósperos convertidos en " pueblos fantasmas " como los que quedaban después de la fiebre del oro en California como consecuencia del abandono de los principios y valores cuya defensa me moviliza.

Por eso me sorprende grandemente cuando algunos critican el individualismo puesto en el centro de su propuesta por los hombres de 1853. Para mí siempre estuvo cristalinamente claro que en el ideario fundacional de nuestra organización nacional no cabía ninguna contradicción entre el afán de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general y los derechos individuales. Por el contrario creo que este propósito dependía absolutamente de la garantía de los mismos y que nuestra decadencia como Nación está íntimamente ligada a su abandono.

Yo no soy un hombre de fe pero entiendo ésta, es una gracia concedida a los creyentes que no debería interferir, como de hecho ha ocurrido a lo largo de mi vida, en la reconstrucción de un sistema de convivencia basado en los derechos reconocidos desde nuestros orígenes como República Representativa Federal ( artículo 1 de CN )

El Preámbulo, cuya lectura me sigue emocionando y estimulando para unirme en el esfuerzo de quienes compartan ese espíritu, es una síntesis maravillosa de una propuesta integral de convivencia, reflejada de una manera meridianamente clara en el Capítulo de Derechos y Garantías, cuya lectura les recomiendo a muchos que tal vez jamás lo han hecho.

Lamentablemente, sucesivas reformas han incluido en el texto de 1853/60 agregados contradictorios, que junto con la etapa, felizmente terminada, de alternancia de gobiernos militares y civiles, han ayudado a que nuestro sentido de Nación se haya diluido.

No hay posibilidad de ser Nación si no hay una comunidad de valores compartidos. Estas contradicciones y, sobre todo, el abandono de los que permitieron a la Argentina transformarse de un desierto en una de las más progresistas en la historia de la humanidad son las que explican nuestra actual situación.

No hay dos argentinas como algunos afirman. Tenemos la que puede haber cuando hemos logrado convertir a lo largo de dos ó tres generaciones, a la que fue la tierra de los emprendedores esperanzados en una de sobrevivientes; de oportunistas aprovechadores y de pobres sometidos y resignados.

Estamos en un año electoral. Me parece importante que el actual régimen familiar y personalista sea derrotado. El problema es que la oposición, mayoritariamente, coincide con la ideología que el kirchnerismo usa de excusa. Todos hablan de revalorizar las instituciones mientras que en lo único en que difieren con los actuales detentadores del poder, es en los modales. No es republicano que el Congreso legalice los atropellos de un Poder Ejecutivo que no reconoce límites a la discrecionalidad en el uso de un poder que incuestionablemente se basa en el abandono del verdadero republicanismo.

Es justamente esa la explicación de por qué la presidente aparece encaminada, según las encuestas, a una segura reelección. ¿Para qué cambiar si los que la reemplazarían harían lo mismo sólo que respetando algunas formas sin cambiar el fondo?

De todas maneras esta descripción lo único que marca es que los responsables de la falta de una verdadera alternativa somos nosotros. No hemos sabido evitar que los enemigos y los temerosos de la libertad le achacaran a nuestras ideas sus actos contrarios a las mismas.

Sin duda que la libertad se debió defender con más libertad en el sentido integral de la misma y a la violencia combatirla dentro del marco de la ley de una República basada en la división de poderes. Como no se hizo, 35 años después del golpe que derrocó a un gobierno inepto pero elegido limpiamente, vemos que los violentos de entonces pretenden construir una nueva legalidad basada en la persecución de sus vencedores. No hay duda de que el error de evitar que quienes gobernaban entonces, los peronistas representados por la viuda su líder, se hicieran cargo de la situación a la que habían llevado al país, más los aberrantes métodos elegidos para combatirlos, han convertido una imprescindible victoria militar en una estruendosa derrota política.

Una vez más, pasada una nueva urgencia que postergará lo importante, quienes creemos que la libertad es una e inescindible deberemos decididamente crear una alternativa política que la represente.

No puede el país seguir dividido entre los que creen que todos estamos al servicio del Estado y los que afirman, luego de un vaciamiento espiritual, que nuestros problemas son sólo una cuestión de gestión.

Marcelo Jaroslavsky

mjaroslavsky@arnet.com.ar

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