De ahí vengo, de despedir al pie de su tumba, a un entrañable amigo de muchos años, que me dio un inmerecido espacio entre sus afectos, me quiso como a un hijo, y yo mantengo de él la imagen de un incorruptible, un insobornable, su vida, un testimonio de hombría de bien, de esos hombres que nacen y mueren con las manos limpias y la conciencia blanca. Suelo decir, desde mi loco y utópico discurso, que con el 1 % de personas de esta talla ética, le damos vuelta la página a este país tan maltratado por la mezquindad de espíritu y la mediocridad moral.
La brillante nota de mi amigo Alberto, no podía acompañar mejor mi estado de ánimo, convocándome a imitar al que despido, a no bajar los brazos, a no claudicar…
De ahí vengo, de despedir al pie de su tumba, a un entrañable amigo de muchos años, que me dio un inmerecido espacio entre sus afectos, me quiso como a un hijo, y yo mantengo de él la imagen de un incorruptible, un insobornable, su vida, un testimonio de hombría de bien, de esos hombres que nacen y mueren con las manos limpias y la conciencia blanca.
ResponderEliminarSuelo decir, desde mi loco y utópico discurso, que con el 1 % de personas de esta talla ética, le damos vuelta la página a este país tan maltratado por la mezquindad de espíritu y la mediocridad moral.
La brillante nota de mi amigo Alberto, no podía acompañar mejor mi estado de ánimo, convocándome a imitar al que despido, a no bajar los brazos, a no claudicar…